HA
FALLECIDO LA MUSA DE LA MARCHA
“ENRIQUETILLA”
El sábado 22 de febrero de 2014, moría plácidamente en
el Hospital Provincial de Córdoba, escuchando la marcha “Enriquetilla”, que su
hija Laly le puso suavemente en un transitor, Enriqueta Arcos Pérez, la hija del insigne compositor manantero D. José
Arcos Cosano. Ambos quedarán inscritos en la historia musical de Puente Genil por haber
creado, el padre, una de las músicas más hermosas y conocidas de la Semana
Santa, el pasodoble “Enriquetilla” y la
hija, por ser la musa inspiradora de dicha composición. Tenía poco más de diez
años cuando su padre le dedicó el
pasodoble romanil, recordándonos cuando se estrenó en el Teatro Circo, hacia
1940, donde ella se sentía el centro de atención de todas sus amigas. Hasta ese
momento, no le gustaba que su padre le llamara “Enriquetilla”; después del
éxito del pasodoble lo fue aceptando y más cuando lo escuchaba tocar, al Grupo
de Música del Imperio Romano, y la gente aplaudía y la marcha se hacía cada vez
más emblemática.
Durante varios años, de la década de 1980 la visitamos
algunas veces, por primera vez, en su domicilio familiar, en Córdoba, de
Marquesa de Valdeiglesias, frente a las murallas. Mis cuñados, Lorenzo Illanes y Chari Ortega, vivían
en el mismo número y el encuentro, conmigo y con mi mujer, fue natural. Allí
residía con su esposo Gervasio, con
sus nueve hijos (Conchita, Isabel,
Enriqueta, Vicente, Reyes, Antonio, Santiago, Francisco Javier y Esmeralda)
y con su madre, Isabel Pérez Carrascosa,
la viuda de D. José Arcos. Nuestra conversación fue siempre muy amena, los recuerdos fueron aflorando, con
dificultad, a veces, para fijar los hechos en el tiempo. Avivar la memoria,
para recordar situaciones y personas remotas, costó trabajo pues llevaba mucho
tiempo fuera de Puente Genil. Nuestra amable anfitriona rememoraba, con
emoción, muchas cosas desde su más tierna infancia pero otras quedaban en la nebulosa de un
tiempo lejano. Mari Conchi Illanes,
adolescente, “benjamina” de Acción Católica, recordó cuando ella era su
señorita, delegada o catequista, describiéndola como una joven educada, culta,
amable, religiosa y de porte elegante.
Nació el 11 de
marzo 1928, en Puente Genil y estudió en el Colegio de la Compañía de María,
donde, además, aprendió piano con la recordada Madre Freire. Con emoción, nos contó que hasta le compraron un piano en Córdoba para que siguiera tocando en
casa y que, al cabo de los años, ya
casada y con varios hijos, el piano lo donó al Colegio donde estudió y aprendió
música. Enriqueta Arcos, se casó,
con 23 años, el 21 de mayo 1952, con Gervasio
Martínez, natural de Aguilar de la Frontera. La boda tuvo lugar un mes
antes de que muriera su padre D. José
Arcos, viviendo en Puente Genil, donde tuvieron cinco hijos.
El matrimonio se afincó en Córdoba, en 1962, llegando
a tener hasta diez hijos, uno de los cuales falleció a poco de nacer. Enriqueta, había heredado aficiones
parecidas a las su padre y, a pesar de tener una familia numerosa, siempre
sacaba tiempo para desarrollarlas, pues salía poco. Tales eran la pintura, de
la que hacía bonitos paisajes al óleo y
decoraba frascos de cristal y labores y costuras primorosas. Y en las
tardes y en las madrugadas, en que se quedaba sola, escribía textos en prosa y
en verso. Mandaba sus pequeñas colaboraciones a “Anzur”, el Boletín Informativo
Municipal, que dirigía José Segundo Jiménez y, posteriormente, a la revista “El
Pontón”, que las acogían con cariño en su sección Poética. Era muy religiosa y
en un largo poema ve la huella de Dios en multitud de elementos primaverales
que nombra líricamente para terminar así:
“Yo
sé que estás allí, Señor
y
aunque mi humana vista no te vea
yo
te siento latir en cada cosa.
Que
por algo me diste un alma de poeta…”
Enriqueta Arcos
escribe poemas trascendentes, en los que
el tema de la muerte lo contempla con una gran serenidad y mucha fe. Otras
veces, su lírica intimista se transforma en
un leve y romántico poema de
amor y de recuerdos. En la intimidad de sus pensamientos, recordaba, a su querido
pueblo que, en ocasiones, cantaba, como
podemos ver en este fragmento de un largo poema descriptivo e intimista sobre
el río, la noria y otros elementos. Mari Conchi Illanes los recuerda, a ella y
a su marido, pasear plácidamente por el
puente, el Tarajal y otros parajes cercanos al río:
“Llevo dentro tu luz, tu sol, tu cielo…
tu rumoroso río con tu mansa corriente.
Esos juncos, tan verdes, en su orilla
y los álamos de plata
que crecen junto al cauce y se yerguen
reflejando sus ramas en el agua…”.
En sus poemas reincide, con nostalgia, en su pueblo,
sus calles, sus iglesias, sus plazas… expresándose con gran sentimiento.
Publicó un largo poema dedicado a la iglesia de la Concepción, en la que
describe de forma muy prolija su fachada, sus elementos, situación y
emplazamiento:
“Tu torre
enhiesta recortada en el cielo.
Tu arcada principal mirando a la
pendiente.
La escalera de piedra subiendo hasta
el cancel…”
Y vamos a terminar esta crónica de urgencia con un emotivo recuerdo. El
"tercer sábado de romanos" un
autocar lleno de pontanenses, viajaban, como
todos los años, desde Madrid a Puente Genil. Un domingo, de 1995, al regreso de uno de estos viajes paramos
en Córdoba, en la sede de la entonces
“Casa de Puente Genil”,
presidida, con entusiasmo por Lorenzo
Illanes Aguilar, que nos tenía
reservado un acto de convivencia que no
olvidaremos. Hubo un espléndido arroz cordobés, abrazos, uvitas, encuentros
entrañables, recuerdos y cánticos. Allí estaba invitada Enriqueta Arcos,"Enriquetilla", quien escuchó, por primera vez, el "Himno de los
Ausentes" en las gargantas ya cansadas y enronquecidas del grupo. Con una
sorpresa indescriptible decía:
"¡Pero
si es la música de mi padre!
¡Están cantando
"La Matraca!".
La emoción la embargaba. Hubo que explicarle los hechos. Y también
presentarla solemnemente y descubrir quién era nuestra invitada ante la admiración
de todos. Recibió besos y abrazos, recuerdos de familias y parabienes de muchos
de los presentes, en un día que a la hija del inolvidable D. José Arcos, le pareció maravilloso y que nos ha recordado más de una vez. En esta
reunión recitó el célebre poema de su tío Pérez
Carrascosa, “Las fiestas de la Puente”, Antonio Muñoz “La Liebre” que todos aplaudieron y que le encantó a Enriqueta que, también, se reencontró
con Pepa Alberda, mujer de Antonio Muñoz, su íntima amiga de
juventud.
Enriqueta Arcos fue enterrada en Puente Genil, el domingo 23 de
febrero, junto a su esposo y sus padres, en su pueblo querido y añorado,
acompañado de todos sus hijos muchos nietos y hasta un biznieto. Y de muchos
amigos de la familia y otros que querían sumarse a este este acto, final y
entrañable, de una vida rica y trascendente.
CÓRDOBA. Jesús Asensi.