MI
RECUERDO EMOCIONADO HACIA
CARLOS DELGADO
Jesús
Asensi Díaz
Desde
que lo conocí, hace años, lo traté como un hombre educado, amable,
culto, amante de su pueblo, de su historia, de sus tradiciones y de
sus costumbres. Lógicamente, la Semana Santa sería el fruto de sus
inquietudes que resolvió no sólo por su pertenencia al cuartel “La
Espina” (Los Libertadores de Israel) sino por su labor constante de
índole testimonial e intelectual. Pregonó la Semana Santa de su
querido pueblo y fue nombrado Manantero Ejemplar, pero su obra
escrita diseminada en libros y revistas es esencial en su
trayectoria. Seguramente, el aspecto que mejor trató fue el musical
ya que además de historiar este campo, fue miembro activo de la
Schola Cantorum Santa Cecilia para la que compuso varias piezas, así
como su Loas Marianas, y la colaboración en la zarzuela “La
Romería de San Marcos”.
Le
conocí más y mejor cuando se hizo cargo de “El Pontón”, en
2002, en el que yo venía vertiendo las crónicas de la Manantera,
animándome a que escribiera asuntos educativos del pasado para
rescatar la historia de Puente Genil en este campo. Y así, gracias a
su interés y motivación, surgieron las series “Memoria de la
Escuela”, “Un Cuaderno de Rotación” y “Recuerdos del Colegio
Pemán”. Igualmente él me sugería y solicitaba mi colaboración
anual en la Revista de Semana Santa de la que era el coordinador,
corrector y máximo valedor de esta emblemática publicación.
Carlos
me escribía y siempre me contestaba a cualquier sugerencia mía. Lo
veía cuando iba por Puente Genil y charlaba amigablemente con él.
Sé que llevaba muchos años luchando con el temible cáncer que se
apoderó de su cuerpo y que al final lo venció sin que su espíritu
decayera en ningún momento. Se cuidaba mucho para poder estar
presente en los mejores momentos. Uno de ellos es el que paso a
relatar.
La
Asociación de Amigos de Puente Genil en Málaga, “El Incienso”,
me propuso para realizar, en el año 2011, el Pregón de la Semana
Santa Pontana. Yo escribí un texto titulado “El sentimiento
poético manantero en Juan Rejano y Ricardo Molina” en el que el
protagonismo de estos dos grandes poetas pontanenses era indudable. A
mí me sobrepasaban y, también, mi maltrecha garganta no estaba a la
altura de los sublimes poemas que había que recitar. Organicé ser
yo el narrador y que encarnaran a los egregios personajes dos buenos
amigos, poetas y mananteros. Los elegí a conciencia, Ernesto
Cáceres sería Juan Rejano y Carlos Delgado representaría a Ricardo
Molina. Carlos se emocionó, agradeció mi propuesta y la aceptó.
Pero enseguida, reflexionó y me expuso su problema. Tenía recaídas
de vez en cuando y no sabía si una de ellas podía coincidir con
el evento. Lo animé cuanto pude. Carlos, pletórico, estuvo en
Málaga, el día señalado, en el bello salón de actos de la
Cofradía de La Esperanza. Interpretó y recitó a un Ricardo Molina,
entusiasta, que se dirigía epistolarmente a su paisano Juan Rejano
con su verso claro y puro. Carlos disfrutó mucho ese día pues este
tipo de actos eran los que a él le gustaban. Me abrazó y me
agradeció estar presente ante un público expectante y agradecido
que aplaudió a rabiar. Mi recuerdo de ese día lo he tenido siempre
presente cuando tenía noticias de él, a veces, no muy
esperanzadoras.
Cuando
leí su despedida en El Pontón, este verano, tuve un mal
presentimiento. La bondad del relevo, dar paso a la juventud, la
retirada a tiempo eran simples motivos que él esbozaba con su
intención de seguir colaborando activamente. Le escribí
manifestándole mi pesar porque dejara la dirección de El Pontón y
agradeciéndole su atención hacia mí y a que me mencionara en su
editorial último. No recibí su contestación, él que estaba presto
a responder siempre. Al poco tiempo, en Madrid, la celeridad del
ordenador me da la triste noticia que recibo como un mazazo en mi
interior. Carlos Delgado nos ha dejado, se ha marchado
silenciosamente en busca de ámbitos celestiales desde donde seguir
soñando con músicas divinas, cánticos elevados, poemas
enternecedores, desfiles bíblicos y reuniones fraternas de
hermanos. A su desconsolada madre Mari Sol Álvarez de Sotomayor, a
sus hermanas, tíos, primos, cuñados, hermanos de Corporación,
mananteros y pueblo de Puente Genil, les hago llegar mi doloroso
pésame con el sentir de que se nos ha ido un hombre bueno, generoso,
afable, culto, intachable, docto y cordial. Hasta siempre, Carlos, te
tendremos en nuestro recuerdo.
Carlos Delgado (derecha), interpretando el papel de Ricardo Molina en el Pregón de Jesús Asensi (centro) acompañado de Ernesto Cáceres (izquierda) |
Panorámica del salón de actos |
Carlos Delgado sonriente y agradecido al terminar el acto |